La evolución psíquica de una persona tiene que ver con el desarrollo en relación con el entorno y con ella misma. La serie de conocimientos que una persona va adquiriendo para entender el mundo que le rodea desde que nace y que le permiten vivir de forma autónoma tienen relación con el aprendizaje del lenguaje.
El orden de lo simbólico ofrece un sistema de representación del entorno y de uno mismo que da pie a adaptarse al medio y para ello hay que entender cómo ocurren las cosas, de dónde salen y a dónde van. La experimentación con el cuerpo, la vista, el tacto, … con todos nuestros sentidos desarrolla nuestra capacidad de entender. Nuestro cerebro crea una serie de esquemas mentales a través de las conclusiones obtenidas en esta experimentación que a lo largo de nuestra vida se van sumando o sustituyen otras. Por lo tanto podemos decir que el desarrollo psíquico de una persona se alarga durante toda su vida. No obstante tendremos en cuenta que la etapa en que se realizan la mayoría de conocimientos básicos, por así decirlo, es en la infancia.
El objeto o entorno que tenga un infante a su alrededor determinará la manera en que interactúa y en consecuencia, los conocimientos que adquirirá. Es importante el estímulo externo para la experimentación, o dicho de otro modo, es indispensable que el infante tenga una serie de personas y objetos alrededor ya que por sí mismo no podría conseguirlo. Existen cuatro fases en la infancia: el primero se denomina sensorio motor (0-2 años), el segundo sensorio simbólico (2-6 años), el tercero operaciones concretas (6-12 años) y el cuarto operaciones formales (a partir de los 12 años). En la primera el diálogo del cuerpo con lo exterior crea una serie de acciones/reacciones como un diálogo constante con todo. En la segunda fase el lenguaje aparece de la mano de la capacidad de simbolizar, esto quiere decir que el infante puede tener una imagen mental o palabra de la acción que quiere realizar sin tener que realizarla para referirse a ello. Esto es la base para dialogar de una forma consciente, el poder contar o explicar algo. En la tercera fase la operación mental de poner en relación dos momentos distintos como por ejemplo una del pasado y otra del futuro hace entender el proceso que llevan las cosas y permite sacar conclusiones concretas de lo experimentado en un nivel simbólico. Por último en el cuarto, las operaciones mentales pasan a poder ser también formales. Esto se refiere a poder entender lenguajes que refieren a realidades que no hemos experimentado como por ejemplo conceptos abstractos. La estructuración del psiquismo de la acción, el símbolo, las operaciones mentales y entender conceptos no tangibles o abstractos son conquistas evolutivas que no desaparecen en toda la vida. Se debe tener en cuenta que las franjas de edades son aproximativas y que la edad mental puede no coincidir con la edad real, es decir, que cada persona tiene su propio ritmo evolutivo.
En resumen, la infancia es una etapa primordial en el aprendizaje ya que esto da pie al desarrollo de la psique de una persona y determinará nuestra capacidad de adaptación no sólo en la edad infantil sino también en la adulta. Los cambios no son posibles si no hay adaptación a nuevas situaciones o personas y para ello la experimentación, o dicho de otra forma, la interacción de uno con el/lo otro es clave. En la edad adulta estos procesos mentales ligados al aprendizaje empiezan a costar más y a la vejez se tiende a mantener los esquemas mentales que se tienen, por tanto la posibilidad de cambio se reduce drásticamente.
Inés Rojo
2014